Wednesday, January 26, 2011

Ofrenda

Quemé todas mis cartas. Cartas de amigos y “amantes”, cartas que había guardado por años. Es una ofrenda, a dios, al universo, al diablo, a quien sea: “te doy todo mi pasado, todo lo que alguna vez fue importante para mi, pero por favor, POR FAVOR, déjame tener un futuro”. 

Mañana es el examen de Profepa. He hecho resúmenes y resúmenes de los resúmenes; tablas, acordeones, diagramas, acrósticos y cuanto se me ha ocurrido para estudiar y memorizar los ´n´ artículos de las dos docenas de leyes y reglamentos que me debo de saber para el examen. Siento que mi cerebro rebosa; es todo un esfuerzo tratar de no confundir el artículo 83 de la ley federal de procedimientos administrativos, con el art. 182 de la ley de equilibrio ecológico y protección al ambiente; distinguir entre el reglamento para auditorías ambientales y el reglamento para el ordenamiento ecológico y recordar cuantos y cuales artículos tiene cada uno y en que orden están (todos dicen mas o menos lo mismo, pero en uno se habla primero de las visitas de inspección, luego de infracciones y luego de sanciones y otros empiezan con las sanciones, luego hablan de la inspección, después de las infracciones y luego del recurso de revisión o de las notificaciones…) y a todo da vueltas y se revuelve en mi cabeza. 

Releí algunas de las cartas antes de quemarlas. Difícil creer que alguna vez fui esa persona, que hubo quien me escribió, que me quería, que me extrañaba, que algunos “alguienes” deseaban compartir conmigo alguna parte de su vida, y hasta se tomaban el tiempo de escribirme. Todo eso ya no existe. Lo perdí mucho, mucho antes de quemar las cartas. Alguna vez me dejé crecer una trenza larga, larga, que según me iba a cortar cuando acabara el doctorado. Al final me la corté cuando me negaron la beca. También la quemé. Una muñeca, vieja y rota que tuve por años y años y años desde que tengo memoria y que he llevado siempre conmigo a todos lados. Ardió bien – estaba rellena de algo como paja que ya se le salía. Mi oso de peluche sin un brazo y sin nariz ni ojos. Toda la poesía que he escrito en los últimos diez años. Todo, lo ofrezco todo, solo déjame conseguir trabajo y poder mantener a mi hijo. POR FAVOR…

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