Monday, August 18, 2014

Cuentos

Se supone que uno debe dar al universo si uno desea recibir.
Hay que dar gracias - no al cielo, sino ir y agradecer a las personas que son importantes para ti y que te han ayudado o escuchado - y esto te hace una persona mas feliz.
Yo soy muy guardada en este sentido. No quiero decir nada, no quiero compartir nada, me da miedo que me lastime o que se pasen de la raya y abusen - como ya me ha pasado varias veces. No se me da confiar en la gente, prefiero a mis gatos. Y ademas siempre he sido muy introvertida, poco sociable.
Por otro lado, no quiero vivir totalmente aislada, porque también hay muchos estudios que prueban que - aun los mas introvertidos - requerimos cierto contacto social, que las interconexiones entre seres humanos te dan fuerza, mejoran tu sistema inmune, evitan conductas de riesgo, etc., etc.
Aquí en Querétaro no tengo amigos. Nunca salgo a ninguna parte. Este año solo he ido al cine una vez, con mi hijo. No hablo con nadie de las cosas que realmente me interesan o me preocupan. En la chamba me cuido mucho de dar opiniones o platicar de cosas personales porque me preocupa que todo puede ser usado en tu contra y ya he perdido mi empleo muchas veces. Definitivamente no quiero compartir absolutamente nada personal con mis alumnos, para no meterme en problemas - pueden parecer buena onda y amigables, pero nomas tienen una baja calificación, se van a quejar de ti, las cosas mas exageradas o incluso inventadas (como una alumna hace años, que se fué a quejar de que los golpeaba - ya no los toco, no los saludo de beso, no dejo que me saluden, no les doy la mano, hay que tratarlos como si fueran altamente infecciosos y de lejos).
Estoy totalmente aislada.  En los últimos nueve años no he abrazado a nadie mas que a mi hijo.
Es casi como si fuera un ermitaño en una cueva en lo alto de una montaña muy lejana.
Y en función de cumplir con este "darle al universo" - pero de lejos y con pinzas - he decidido compartir aquí mis cuentos y poesías. No son muy buenos, una vez dejé a un amigo que leyera algunos y de plano los llamó malos, pero en fin. Es todo lo que tengo.

Ya había posteado antes un cuento "LA DIOSA".
Aquí va el segundo.

GATO CAZAFANTASMAS


            En una tienda de segunda, polvosa y sucia, llena de revistas viejas, arribado en un rincón, hay un enorme caldero. Nadie lo quiere. Es demasiado grande para cocinar en él, está demasiado feo, sucio de hollín y abollado como para ser considerado una antigüedad; en resumen, no sirve ni para maceta. Además, si lo miras bien por dentro, bajo el polvo y la mugre, parece como si algo se deslizara por su superficie...
El dueño de la tienda lo llena de revistas, de bolsas de plástico, de licuadoras viejas. Debajo, sobre la superficie metálica, se escurren las historias... 

   Este es un gato cazafantasmas, hecho de noche, azul y con estrellas; en vez de rayas o manchas, tiene soles y planetas con anillos. Sus ojos son verdes y verdes sus bigotes, y las uñas son blancas en la punta y rojas en la base, un rojo muy oscuro. Con estas uñas desgarra a los fantasmas. Nunca los muerde, pues los colmillos se le pondrían amarillos. Y eso él no lo quiere, pues es un gato muy limpio. Todos los días se lame y relame bien sus soles, planetas y anillos. Vive en el péndulo de un enorme reloj, que sólo funciona cuando el gato duerme, porque el tic-tac y el movimiento del péndulo lo arrullan y adormecen. Además el sonido del tiempo aleja a los fantasmas, que por supuesto no le tienen mucho cariño al gato. Es cierto que un fantasma ya no puede volver a morir; pero ser reducido a trizas implica una espera de diez mil años o más, para que todos las piezas se junten y uno pueda empezar a asustar otra vez. ¿Cómo puedes aterrorizar a alguien, con un pedazo de fantasma aquí y otro por allá en la semana que viene? ¿Así quién se va a asustar? Pues los fantasmas no se desgarran como la tela, sino que quedan dispersos en el espacio y el tiempo. Por eso tardan tanto en volver a ser un todo de nuevo. Es más difícil unir tus pedazos cuando uno de ellos está hoy en la cocina, otro hace dos semanas en la sala, y otro más, el año próximo en el jardín. Por eso los fantasmas no quieren a los gatos, ni los gatos a los fantasmas, aunque solo existe un gato cazafantasmas.