Wednesday, December 31, 2008

I have no...

Un amigo me prestó un libro sobre bushido. Lo leí todo y luego me puse a releerlo, pedacito a pedacito. El total del contenido era demasiado para mi; sin embargo leerlo todo era preciso para hacerse una idea del total, no fuera yo terminar como los ciegos que describen al elefante…

Mucho es lo que dice el libro.
Rescato aquí, de lo que releí (no termine todo antes de devolverlo) un par de cosas que mas me llamaron al atención, y que además se relacionan fuertemente con toda la serie de “Vivir en Cabo san Lucas”.
Los samuráis vivían de su honor. Literalmente pues debido a la fuerte presencia e importancia que tenían en la sociedad feudal japonesa, eran el ejemplo de conducta hacia el cual giraban todos los ojos. Su honor era su identidad y su razón de ser. Pero no entendían el honor como se entiende hoy en día, que se confunde fácil y estúpidamente con el orgullo y el ego.

Se entendía HONOR como el tener total y completa responsabilidad por tus acciones, pensamientos, sentimientos e intenciones.

¿Cómo sería esta ciudad si los que viven en ella fueran honorables? ¿Si cada conductor se hiciera responsable de las consecuencias cada vez que se pasan el alto o se da vuelta como no debe? ¿Si cada persona que tira basura por la ventanilla de su coche se hiciera responsable de dicha basura? ¿Si los grafiteros se hicieran responsables de las paredes que pintan y los policías se hicieran verdaderamente responsables de vigilar que no se ignoren las leyes? ¿Cómo seria si la SETASA se hiciera verdaderamente responsable de recoger la basura y si los dueños de perros se responsabilizaran de recoger las gracias de sus animalitos? Etcétera, etcétera. Seguro que podría poner muchos mas ejemplos, ¿pero para qué? Como dice una amiga, el hubiera no existe…

Uno de los principios de un samurai, es siempre mostrar respeto por los demás.
Dejo a la imaginación del lector como seria la vida, no solo en Cabo San Lucas sino en cualquier lugar de México, si nos respetáramos todo el tiempo.

De acuerdo con el libro, el bushido se componía de una serie de actitudes y conductas, que no fueron registradas en papel hasta mucho después. En ese inter, el bushido fue muy influenciado por la filosofía de los monjes japoneses (que no eran ignorantes como los monjes católicos; los monjes japoneses perseguían el autoconocimiento). No es sorprendente entonces esta afirmación, parte del código:

“I have no principles; I make adaptability to all circumstances my principle.”

(Asté disculpe pero el libro está en ingles; la traducción es mas o menos así:
“No tengo principios; hago de la capacidad de adaptarme a todas las circunstancias mi principio.”)

El agua fluye constantemente, la vida es igual. Por aquí decimos que no te puedes bañar dos veces en el mismo río. Y ante ese flujo constante solo queda adaptarse y estar siempre atento a los cambios que vendrán (pues es un hecho que las cosas cambiarán; nada es para siempre).


¿Y esto que tiene que ver? Pues ahora estoy en Cabo y tendré que adaptarme a la vida por aquí, me guste o no, sin perder mi honor en el intento. Esto es, hemos de sobrevivir sin mentar madres en el trafico, no obstante el conductor de al lado se desgañite en chino; sin tirar basura aunque el vecino sea un puerco; a cuidar el agua sin importar que el de enfrente lave su carro con la manguera; a comprar pilas recargables y focos ahorradores pese a que sean mas caros; a pagar la renta aunque la arpía de la casera se haga loca con los recibos (bueno, hasta que me cambie de agujero, que tampoco creo mucho en aquello de poner la otra mejilla).Y así sucesivamente, adaptarse, separar de entre lo que es infierno, aquello que vale la pena el viaje y disfrutarlo, manteniendo la conducta correcta, contra viento y marea; esperar a que pase el invierno y llegue la primavera, a ver si entonces tengo mejor suerte…

Ciudad garrapata

Cabo San Lucas es una ciudad parásita. No produce nada; depende de la sangre (metafóricamente hablando) de las personas que viene y van. Ninguna se queda tanto como resultar permanentemente dañada; algunos hasta regresan y/o se la recomiendan a sus conocidos. Hablo, por supuesto, de los turistas. Aquí no se produce nada, no en cantidades suficientes para mantener a la población total de esta área, que para acabarla de ch… no deja de crecer. Lo único que se producía por aquí era pescado, pero ciertamente no tanto como para sostener dos ciudades. Sigue produciéndose pescado – y deja mucho, en forma de pesca deportiva. Es decir, turismo.
La especie humana es un cáncer, enfermizo y dañino. Y en ciudades como ésta, se nota más. Cancún y Playa del Carmen son otros ejemplos, que igual que Los Cabos, me impresionaron muy desfavorablemente cuando las conocí.
¿Por qué entonces me vine a vivir para acá? Pues ahora me pregunto lo mismo… No sé, creo que no quise pensar en eso cuando decidí mudarme; además, en realidad no conocía por aquí, solo había venido una vez, años antes incluso de que naciera mi hijo (y aunque ya era una ciudad turística 100%, no era tan grande). Y en La Paz no había trabajo y Los Cabos son lo mas cerca que estaba pa` tener chamba y mantenerme en contacto con mis cuates. Y aquí estamos.
Entiendo mejor que antes porque la ciudad está como está. Sigue sin gustarme, sin embargo. Pero estoy cerca del mar, aunque no se pueda ver desde ningún lado por los hoteles y los cerros de propiedad privada. Y estoy cerca de La Paz. Y como ya estamos aquí, seguiré reportándome: desde donde el aire da la vuelta, vivir en Los Cabos, capítulo seis.


Otra peculiaridad curiosa de esta ciudad, es uno de los programas de radio que – no sé porque razón – le gusta mucho a mi hijo. Se llama “Vivan los solteros”. El conductor trata de que los radioescuchas llamen y digan nombre, edad, descripción, ocupación etc., con la finalidad de hacer parejas. Es bien ilógico, ¿no? Es decir, ¿celebrar la soltería terminando con ella? ¿Como puede llamarse “vivan los solteros” si la idea es que dejen de serlo? En fin, una curiosidad mas de por aquí. Si les interesa, pueden checar su página de internet: www.vivanlossolteros.com (o algo así).
Había una barricada de esas de arena en una calle por la que paso seguido. Un día la quitaron. A las dos de la tarde estaba ahí; a las seis ya no. Y no la volvieron a poner. Me sacó tanto de onda no verla en su lugar, que hasta me seguí de largo donde debía de dar vuelta. Luego me di cuenta que pavimentaron varias calles de esa colonia, y hasta pasó un carro de sonido anunciando que tal y cual día el gobernador iba a inaugurar las dichas calles. No sé, pero el trabajo de gobernador está muy bien pagado si a lo que se dedica es a inaugurar calles… Digo, no es como si tuviera que hacerlo con frecuencia.
El Par Vial sigue retrasado. Todo mundo se queja, pero la cosa sigue igual. Cierran calles por aquí y por allá, y como no he estado oyendo el radio, ni me enteré. Bajé al centro y por supuesto, hice berrinches y coraje, y di vueltas de mas. Aunque oír el radio no creo que hubiera hecho mucha diferencia, dado que no hay muchas vías alternas de todos modos.
En el radio anunciaron que por fin, en la ciudad de México, se había firmado el acuerdo para resolver el problema de los taxistas y transportadores de turistas. Pasaron entrevistas con el gobernador, el presidente municipal, el representante de las transportadoras y cualquier otro implicado que se puso a tiro. Todos estaban muy felices congratulándose y dándose palmaditas mutuas porque el problema por fin quedó resuelto. Excepto el representante legal de los taxistas, que dijo que ni había leído el dichoso acuerdo… Yo quisiera saber como es que el problema quedó resuelto, si los principales quejosos y revoltosos eran precisamente los taxistas: tomaron autobuses y bajaron a los turistas y bloquearon la entrada de hoteles y calles y en fin, hicieron cuando desmadre pudieron. Y ´ora resulta que ni han leído el documento en cuestión. Vaya manera de resolver problemas ¿no?


Fuimos a La Paz – por fin – este fin de semana. Por el radio han estado comentando el alto numero de accidentes debidos, en su mayoría, a los que manejan borrachos con pretexto de las fiestas de navidad y fin de año…
Me fui con mucho miedo por la carretera, especialmente de aquí a Todos Santos, porque es donde hay mas curvas, subidas y bajadas y pocos espacios buenos para rebasar como debe ser. Pero rebasan de todos modos, en curva, de subida, y aunque el carro que quieren rebasar ya vaya a mas de cien kilómetros por hora. Ya me ha tocado ver varios choques así. Por eso me fui a 80 kilómetros por hora, para poder frenar si de repente a media curva me sale algún idiota de frente (ya me ha pasado y no nos matamos precisamente porque yo alcancé a frenar – el #@$%&/((***/@$% conductor que iba rebasando ni hizo el intento). Una aproximación de lo mal que han estado manejando por aquí, se puede calcular de la cantidad de animales atropellados que vi en este viaje: sobrepasó con mucho, los que había visto en viajes anteriores. Vi (lo mas impresionante) una vaca muerta, a un lado de la carretera, a quien alguien le cortó las patas, pa´ que no estorbaran, supongo (mover la vaca completa ha de ser difícil, pesan mucho). Un perro negro estaba dándose un banquetazo de vaca muerta. Esto fue lueguito saliendo de Cabo San Lucas. Vi, además, durante el viaje de ida, cuatro perros atropellados, un gato, y dos bultos peludos no identificables. Tres días después, de regreso, (osea, del otro lado de la carretera) vi otros tres perros y otros cuatro bultos inidentificables. Solo puedo alegrarme de no haber tenido ningún accidente, ya que como manejan por aquí algunos, es más una cuestión de suerte que de habilidad propia para manejar. Supongo que el negocio de las funerarias se dará bien por aquí (¿?). Y como en otras carreteras, hay varias cruces a los lados del camino, hasta con flores, algunas… Siendo la carretera tan estrecha, y el trafico tan peligroso, no puedo dejar de preguntarme ¿Cómo le hacen pa` construir esos altares? ¿Y pa` poner las flores? ¿No habrán atropellado por ahí a alguno entretenido en estas ocupaciones? Y de ser así ¿el nuevo muertito se merecerá también su altarcito, o nomás les toca a los que se matan en coche?

Ciudad ausente

Cabo San Lucas es una ciudad que no está presente para sus habitantes.
Esta hecha por y para los turistas, y los demás que se ch… Bueno, eso.
En realidad es frustrante y molesto escuchar en el noticiero, de lunes a viernes (no hay noticieros el fin de semana), noticia tras noticia y comentario tras comentario, sobre como hay que favorecer el turismo, mejorar el turismo, ayudar al turista, atender al turista, ayudar al turista, invertir en turismo, desarrollar el turismo, etc., etc.
¿Y los que vivimos aquí, qué? ¿A que hora van a trabajar para nosotros? ¿Cuándo van a resolver los problemas de la gente que vive aquí, y sí, atiende a todos esos turistas? ¿A que hora resuelven la falta de agua, las fallas en la recolección de basura, la falta de escuelas y espacios públicos, la falta de accesos a las playas, los problemas de tráfico, la carencia de estacionamientos públicos?
Y solo tengo cuatro meses aquí. Comprendo la amargura de los cabeños de nacimiento, que han visto secuestrada su ciudad por turistas e inversionistas fuereños. Lo que no comprendo es la grosera forma de ser del montón de fuereños que trabajan y viven aquí – esta no era sus ciudad de todos modos, nadie les ha quitado nada. Supongo que me contradigo un poco, pero el hecho es que aunque estoy molesta porque nos embarran turismo desde el desayuno hasta la cena, yo no ando por ahí brincándome los altos, tirando basura en la calle, ni poniendo música a todo volumen a las tres de la mañana en martes.
Lo que me para los pelos de punta es la falta de acceso a las playas. Vaya, que ni al cerro frente a la playa puede uno acceder. Cabo San Lucas es propiedad privada, de gente que ni siquiera vive aquí (ya no digas nació aquí).

El domingo fuimos al Museo de Historia Natural de Cabo San Lucas. Me sorprendió que hubiera un museo. Pues resulta que no tiene mucho tiempo, poco mas de dos años, y el punto es, que tiene fotos de cómo era Cabo San Lucas hace treinta y veinte años atrás.
No había nada.
En el museo hay historias, anécdotas, redactadas como artículos de periódico, donde algunos nativos platican de cómo era la vida por aquí cuando nomás había 200 personas en el pueblo y uno tardaba 4 horas para llegar por la brecha a San José (hoy día se hacen como 40 minutos si vas rápido pero con precaución – o sea, como a 90 km/h promedio).
¡¡¡Cuatro horas para llegar a San José!!! Eso si me impresionó.
El Médano (una playa que ahora alberga super hotelazos de esos enormes) era el lugar donde estaban las 50 casitas de la gente que trabajaba en la empacadora de atún. Hay una foto. Cincuenta casitas de madera en un lugar en donde ahora no puedes ni ver la playa a través de los edificios… (porque además es todo propiedad privada, maldita sea).
Hay fotos de la marina antes de que fuera la marina, cuando apenas iban a dragar para construirla…
Platicando con el encargado del museo – otro biólogo marino desarraigado como yo – me hizo notar que apenas vamos en el décimo ayuntamiento… ¡Uff! Pues con razón esta ciudad esta hecha un desmadre: si hace treinta años vivían aquí menos de mil personas. Hoy, debe haber esas mil personas nomás en la colonia en la que vivo.
Venían famosas estrellas de cine y políticos y empresarios importantes, gringos y mexicanos, que llegaban en avioneta particular o en sus yates, pues no había carretera ni nada parecido… Tenía uno que ser muy rico para venir a vacacionar aquí. A cambio, no había nadie que te diera lata: cero paparatzis, reporteros, fans, y demás fauna asociada (no tenían con que pagarse el viaje, supongo). Así fue como se dio la vocación de zona turística de lujo: el aislamiento le daba toda la privacidad y exclusividad que pudieras querer. Los predios de playa se fueron valuado mas y mas altos a medida que algunos se fueron dando cuenta de lo buena idea que sería construir un resort de lujo por aquí… Los habitantes originales fueron vendiendo sus terrenos, se hicieron de mucho dinero, y las mejores zonas quedaron en manos de “inversionistas” ahora dueños de hoteles gigantescos con sus propios campos de golf… ¿Malecón? ¿Por qué querrían los nativos un malecón, o un acceso público a la playa? Si había muchas otras playas, y en cambio recibían sus dinerito contante y sonante…Y así, supongo, se fueron vendiendo todos lo lotes aledaños a la playa, y después lo no tan aledaños pero con bonita vista…
Y fué llegando gente, para trabajar en los hoteles y resorts que se iban construyendo en esos terrenos. Y por eso Cabo San Lucas es una ciudad ausente, que está aquí, pero no para los que viven en ella, sino para esos otros, los que vienen a dejar sus bendiciones en billetes verdes.
Ahora comprendo el como y el porque. De todos modos sigue siendo deprimente.

Friday, December 05, 2008

Ciudad Paraíso

Mi vecino de enfrente, cruzando la calle – si, el cabeño emprendedor del taller mecánico – es además muy ingenioso. Para poder cubrirse del sol abrasador mientras trabaja en los coches, consiguió varios palos largos, una antena parabólica rota (resultado supongo de algún huracán) y unos toldos viejos. Levanto la parabólica con los palos, con el hueco hacia abajo, y sobre el armazón así construido tendió y amarró sus pedazos de toldo. Cuando en las tardes lo veo tendido en su hamaca, bajo la sombra de la ex-antena parabólica, me da envidia. Está tan a gusto ahí, que cuando empieza a sonar la alarma de unos de los carros del taller, ni se mueve.
-¿Para que esforzarse tanto? – ha de pensar – total, si la dejo en paz se apagará sola, nomás es cuestión de aguantar diez o quince minutos…
La posibilidad de que sus vecinos no sean tan flemáticos como él, creo que aun no ha cruzado por el interior de su cráneo.


Vendieron la casa de al lado de los depa-cuartos donde vivo. Una emprendedora “cabeña” (venida de fuera, por la facha y el acento) ha inaugurado ahí una escuela de belleza. Me persiguió un día por la calle para reclamarme porque “siempre se estaciona frente a mi escuela”.
Me cayó gorda. Primero, porque solo me estaciono ahí una o dos veces por semana, a lo mucho, y no mas cuando no hay otro lugar. Segunda, si quiere que esos cinco metros de banqueta sean de su exclusiva propiedad que pague los derechos correspondientes al municipio (¡la quiere gratis, encima!). Desde entonces, si me estaciono ahí, así sea por una hora, me pintan letreritos en el polvo de las ventanas. Hasta unas estampitas de no sé que caricatura le pegaron a mi coche. Lo bueno es que tiene tanto polvo que no pegaron bien y luego se cayeron solas. “Mi” calle esta pavimentada, pero las calles aledañas no. Aquí la tierra tiene un suave color beige, como el de los pantalones “Dickies”. Cualquier carro (u otro objeto) dejado a su suerte empieza poco a poco a volverse beige. Lavarlos no ayuda mucho: cuando están húmedos el polvo se pega mejor. Uno tiene que sacudir el coche en seco, así como sacudes esa repisas al fondo de la sala, que no sirven para nada excepto para sostener fotos viejas y figurines ridículos de porcelana. Así debería sacudir mi coche. Lo malo es que no tengo sacudidor. Le permito que se vaya volviendo beige bajo el principio de que “la cáscara guarda al palo” y “si se ve feo no se lo roban”.
So far its working.


En Los Cabos no hay suficientes escuelas públicas. Por eso, hasta el turno vespertino esta LLENO, R-E-P-L-E-T-O. Apenas logré lugar para mi hijo (quedaban tres sitios) en las quinta escuela que visité, alejada de la casa, alejada del centro, alejada de la mano de Dios, y de la mano de la SEP. No han terminado de ponerle la barda: los niños se salen, los perros se meten, y los grafiteros “grafitean” los salones y cualquier otra pared a mano. La cancha esta techada. El techo está como a tres pisos de altura y bloquea re-bien el sol de mediodía. Lastima que el turno vespertino inicia a la dos de la tarde, cuando el sol ya esta bajando, y por un ladito ilumina en todo su esplendor, la cancha y los salones, por el resto de la tarde. No hay nada de sombra. Los salones, tienen, todos, aire acondicionado, que a veces funciona. ¿La razón? Hubo presupuesto para ponerlos, pero no lo hay para darles mantenimiento. Por eso los maestros piden a los padres cooperación para contratar a alguien que venga a arreglarlos. El problema es que también hay que cooperar para comprar agua potable, pintura (para pintar el salón por dentro – por fuera no tiene caso), para pagar vasitos, para pagarle a la maestra de educación artística (como eso no viene en el plan oficial la SEP no le paga), cooperación para limpiar la escuela (es decir, ir a barrer), cooperación para la kermés del día de muertos (en efectivo o en especie) y cooperación (por medio de un documento escrito, o de perdis una firma) para iniciar el tramite necesario para que la oficina regional remueva de su puesto al conserje, un mal bicho que no hace su trabajo, es grosero y prepotente, y en alguna ocasión incluso pateo a un niño. Con tantas cooperaciones, los aires siguen sin mantenimiento.

Cabo san Lucas es una ciudad de segunda, para turistas.
El gobierno de verdad está en San José del Cabo. Si quieres un permiso (de lo que sea) hay que ir a San José. Si necesitas realizar un trámite, en San José. Si en la chamba te piden tu carta de antecedentes no penales, puedes adquirirla en San José. ¿Eventos culturales? Hay muchos, buenos y gratuitos, en la Casa de Cultura… de San José. Si quieres nacer, o morir, y que tu paso por este mundo sea registrado oficialmente, hay que ir a San José.
San José tiene forma de salchicha. Un extremo – el que toca el mar – tiene los hoteles, las tiendas, las oficinas de gobierno y todo lo que vale la pena ver. El centro de San José es un pueblito “típico y pintoresco” de edificios que nunca han sido estilo colonial pero lo intentaron y de calles estrechas (esas sí muy coloniales).
El tráfico es como para fundirle a uno el cerebro. Las calles van y viene siguiendo lo que alguna vez fueron los contornos del terreno – es decir, sin ninguna lógica aparente para el conductor moderno. Son tan estrechas que en algunas se bloquea el transito por completo si alguien se estaciona (aunque se suba a la banqueta). Por lo mismo son de un solo sentido… el cual (como los topes) hay que memorizar, porque no hay letreros ni flechas. A veces hay un policía en la esquina y entonces puede uno detenerse y preguntar – “Disculpe ¿Dónde estoy? ¿¿Cómo salgo de aquí??” – lo malo es que resulta difícil escuchar la respuesta por sobre el ruido de los bocinazos del conductor del carro que viene atrás, que ya se olvidó de cuando recién llego a san José y no daba pie con bola (los nativos verdaderos son una especie en extinción).
El resto de la salchicha son las áreas residenciales que han brotado a lo largo de la carretera al aeropuerto. Es decir, las casas donde vive la gente están de un lado de la ciudad; las oficinas, escuelas, hospitales y demás centros laborales, del otro lado. Y todo esta conectado por una sola avenida (ex-carretera), sobre la que han aparecido topes, semáforos y puentes de la misma manera que en el rostro de una bella brotan arrugas, manchas y verrugas con el paso de los años (es decir, son horribles y están en el peor lugar posible). El tráfico en hora pico (o sea, de 6:30 am a 8:30 pm) es de miedo. Los conductores que no van mentando madres, no es que sean pacientes ni educados; es que tres kilómetros atrás se quedaron afónicos.
No puedo criticar mucho la ciudad de San José: he ido solo tres veces, y procurado no regresar. Las calles que viene en mi mapa no existen en la ciudad, las que existen no tiene letrero y las demás no aparecen en el mapa. Para colmo no hay donde estacionarse a consultar (o corregir) dicho mapa, ni sirve de nada preguntarle a los transeúntes: ellos tampoco saben como se llama la calle. Sospecho que las calles mismas sufren de amnesia – debe ser por la insolación.


Y eso me recuerda otra faceta de la personalidad única de Cabo San Lucas: los nombres de las calles y los números de las casas. Lo que sigue es anecdótico (es decir, me lo contaron). En Cabo San Lucas las calles no tenían nombre ni las casas número (la mayoría de las casas siguen sin tener número). La dirección única y generalizada era “domicilio conocido” (bajo el principio, supongo, de que al menos la persona que vivía ahí lo conocía). Cada espacio, con o sin construir, corresponde a una manzana y un lote. Entonces, las direcciones eran algo así como “colonia Patitos (si es que tenía nombre), Mnz H, lote 4 (sin letrero que indique numero de manzana ni lote, pese a lo cual siempre llegan sin falla los recibos de la luz y el agua. Que eficientes son a veces los servicios públicos). Pero un día, llego Coppel a Los Cabos, esa tienda que te vende a precios exorbitantes en abonos chiquititos. Y resulta que para poder cobrarte el correspondiente abono es necesario saber en donde vives. Así pues, Coppel le puso nombre a las calles, y para que no se pierdan los cobradores, donó al municipio letreros en donde se lee “calle Marlin” en letras grandotas y “donado por Coppel” en letras chiquitas. Algunos letreros también incluyen el nombre de la colonia (cuando tiene nombre). Así muchas calles fueron bautizadas, gracias a Coppel.

Hay una calle que se llama “Faro Cabeza de Ballena”. Siempre que paso por ahí me imagino una ballena decapitada, la cabeza en el lugar donde estaba la barricada correspondiente (si, es esa colonia), hasta que la maquinaria del municipio llegó y la quito (curiosamente no la volvieron a poner). Según mi mapa esa calle se llama “Profesor Agúndez” o “Márquez”, o algo así. Ya había comentado que mi mapa es bastante chafita ¿verdad?
De cualquier forma ¿Faro Cabeza de Ballena?