Thursday, July 23, 2009

Memoria, personalidad e identidad

Cuando una persona sufre amnesia total su personalidad cambia. No es la misma persona. Shrek explica a Burro que los ogros son como las cebollas, pero todos somos cebollas… capa tras capa de pintura y laca (nuestra “educación”) entremezcladas con los sedimentos de la experiencia, y uno que otro fósil que preferiríamos olvidar.

Si pudiera recordar el futuro ¿Qué diferencia habría?

Si no puedo recordar el pasado, si mi memoria es confusa y borrosa, imprecisa y subjetiva; si recuerdo las cosas no como fueron, sino como las recuerdo; y si esos recuerdos van y vienen como los sueños y a veces parecen menos reales que el sueño. Si tantas y tantas cosas no quedaron registradas, o han sido enterradas bajo el peso intangible de tantas mas; si mi infancia es un lago turbio y profundo, impenetrable, y mi juventud una casa de espejos llena de imágenes distorsionadas y fuera de contexto; si solo tengo treinta y seis años y no puedo ponerle fecha al día en que nos conocimos (¿cuántos años atrás?) ni recordar la última conversación que tuvimos (¿dónde? ¿de qué hablamos?), si es así ¿cómo será cuando tenga sesenta años? ¿Cómo sé que no recuerdo, de hecho, el futuro, y lo confundo con todo lo demás?

¿Quién soy yo si mi mente viaja sin dirección en el tiempo? Porque ya soy lo que seré, en algún rincón, y si ahora mismo no me encuentro en mi memoria abarrotada de espacios vacíos ¿quién seré cuando tenga treinta años más de memorias olvidadas?

Hace algunos años escribí un diario, por poco tiempo. Ahora lo releo y no me reconozco en mis palabras. Si escribo un diario hoy, no seré “yo” quien lo relea en 5 o 10 años. ¿Debería hacerlo, debería tratar de anclarme a este momento, aún sabiendo que probablemente el ancla se quedará y yo seguiré derivando, siempre quien soy, invariable pero nunca la misma? ¿Con qué afán aferrarme a este momento, a este día y a esta hora, a este “yo”, si sé que se olvidará, que me olvidaré a mi misma, que me reinvento cada mañana, cuando me desenredo de la madeja de sueños y memorias, de deseos e irrealidades, con la que voy tejiendo una identidad, que tras el paso de las agujas poco a poco de nuevo se desmadeja? Solo soy una trama casi virtual, con una realidad precaria e inestable, la porción media de una infinita bufanda, cuyo inicio se ha perdido, mientras se teje de un lado y se desteje del otro. El pasado me ha hecho lo que soy, supongo, pero ya no tengo pasado, lo perdí, solo quedan las declaraciones de los testigos presentes, peor aún, el resumen ejecutivo de dichas declaraciones…

Soy lo suficientemente vieja para decir “hace diez años”, pero no recuerdo esos diez años y solo sé que comí ayer porque los restos aún están en el bote de basura… Mañana pasará el camión de la basura; para en la tarde ya no sabré que comí ayer, ni tendré modo de recuperar esa información.

Según la física el tiempo es como un rollo de película: toda la historia está ahí, pero solo la puedes ver secuencialmente. Mi futuro me espera y yo lo revelo a paso de tortuga, obligada por la física a vivir un segundo a cada segundo, y a olvidarlo de inmediato, para vivir el siguiente segundo. La memoria desafía al universo y sus leyes, resumiendo los segundos… como un corresponsal de guerra que trata de escribir su historia mientras cuenta los intervalos entre bombazos y trata de mantenerse vivo.

Recordar tu vida es como leer la parte de atrás de la cajita de una película: no dice mucho, es imprecisa, carece de detalles, y en ocasiones la información es completamente errónea, como si el redactor no hubiera puesto atención a la película, o como si se hubiera equivocado de película.

Sunday, July 05, 2009

Proximamente, La Paz...

Estoy a una semana – más o menos – de mudarme a La Paz. No tengo casa, no estoy segura aun de si tendré trabajo – es muy probable que si tenga, al menos, unas horas de clase en una secundaria particular – no tengo casa, no he podido quedar con algún cuate para dormir en la paz una o dos noches en lo que rento algo… Mi hijo, por supuesto, no tiene escuela aun, no sé en cuanto me saldrá rentar una camioneta par mudar todas mis cosas de regreso en un solo viaje (en vez de media docena de vueltas, que es lo que me costó traerlas), etc., etc.
No sé nada, mi paciencia es corta estos días, y par acabarla de amolar, el museo, que es donde vengo a conectarme, esta lleno de mosquitos y me están pique y pique. Otra vez se me olvidó venir de pantalones (y es que además, hace calor…). Ando media neuras y con la idea de que me sentiré mejor una vez me haya mudado, pero ¿será verdad? ¿No me limitaré a cambiar unas neuras por otras?
Tengo tantas expectativas…y eso es malo, porque esperar mucho es la manera más segura de desilusionarse. Por otro lado, si no tuviera expectativas ¿para qué moverme?
¡Ufff!!! Sería más fácil vivir si no pensara tanto. Creo que Vidal tiene razón: a mi no me faltan tuercas, me sobran, y andan rebotando por ahí dentro, desencajando el resto de la maquinaria…
En fin, me falta como una semana para estar en La Paz… A ver como nos va.