Adictos a las emociones

Una amiga una vez me prestó un libro, buenisimo, que como me hizo reír.
Se intitula: “Si soy tan inteligente ¿Por qué me enamoro como una idiota?”.

Hace poco me quejaba de que la ciencia no ayuda a las mujeres.
Y luego me recomendaron la película ésta de “¿Y tú que sabes?”.
Tres veces, tres fuentes diferentes.
Y el destino, mi nahual, mi ángel de la guarda, o mi proyección mental en las otras once dimensiones, me dejaron un único y cuidadosamente escondido dvd de la película, en un rincón del mueble de ofertas del blockbuster. Con libro incluido.

Así que vi la película y visité el sitio en la web (http://www.whatthebleep.com), y leí el libro (todo en orden inverso).

Mi hijo tiene días – de hecho toda una vida, aunque sea corta – quejandose de que “no es justo”. No importa qué, nunca es justo. Y eso me puso a pensar - ¿Por qué? ¿Por qué no es justo y por qué creemos que debería serlo? ¿De dónde sacamos esta idea de que la vida tiene que ser justa con nosotros?
Creo que es entrenamiento mental. Crecemos con esa idea - la sacamos, no sé, de nuestros padres, o de los cuentos en donde el malo siempre es castigado; de la ideosincracia católica donde los buenos se van al cielo y los malos al infierno...
Pero todo eso no existe. La vida no TIENE que ser justa. Y si dejáramos de creer que debe ser así, seriamos mucho más felices, yo creo.

Así que le dije al chamaco: la vida no es justa. Y no es justa con nadie, no nada más contigo. Y eso no quiere decir que siempre sea “injusta”, ni que lo injusto simpre sea malo. A veces la vida es injusta a tu favor. ¿Cuántas veces devolvemos el cambio que nos dan de más?
La vida nos da cambio de más. Seguido. Y si después lo perdemos, por la razón que sea, nos quejamos amargamente.
Como amas de casa, no s quejamos de que no se reconoce nuestro trabajo: nadie nos agradece por limpiar, cocinar, ir al super, etc. Pero hay tantas cosas que nosotras pasamos por alto de la misma manera...
No podemos agradecerle a la “vida”. ¿Qué es la vida? Y aún si tuviera un cuerpo y una mente, no creo que nuestras gracias le valieran en mucho (considerando que posiblemente recibiría el mismo agradecimiento de unos cuantos billones de billones de bacterias todos los días – entre otras cosas vivas que nos sobrepasan en número y en biomasa). Pero si deberíamos quejarnos menos, y sacarnos de la cabeza esa absurda idea de que la vida tiene que ser “justa”.

Y entonces, vamos con la siguiente estupidez que tenemos grabada en nuestra mente:
La pareja.
¿Quién nos dijo que tenemos que vivir en pareja para ser felices y tener amor?
Volvemos a lo mismo: es el programamiento, el molde en que deforman nuestra mente, desde chicos. “Y vivieron felices para siempre”. En pareja, por supuesto, y debidamente casados.

¿POR QUE? ¿Cuánta gente es infeliz en esta vida porque NO TIENE UNA PAREJA?

Y los que la tienen, ¿son felices?
¿Cuál es el índice de divorcios en el mundo civilizado? ¿Son esas parejas felices?
Los que no se divorcian porque diosito – o mas bien la iglesia – no lo permite, o porque los hijos, o porque que van a decir los vecinos o la familia, o porque les da miedo la soledad, o porque el intere$$$ no se los permite, ¿Son ellos felices?

Y en el mundo incivilizado, donde la mujer es propiedad del marido, ¿Son felices?
Tienen pareja, y cumplen al pie con el estereotipo, porque si no se la muelen a chingazos - y a veces de todos modos se las muelen - ¿Son estas mujeres felices?

Piensa: ¿NECESITAS una pareja para ser feliz?
¿Qué es lo que te da una pareja? ¿Sexo? ¿Dinero? ¿Estatus? ¿Conversación? ¿Compañía? ¿Una cama caliente, un plomero en casa, una camisa bien planchada?
¿No puedes obtener todo eso de otro tipo de relación?

Yo digo: ¡HUMANOS DEL MUNDO LIBERAOS!

Hay que liberarse de estas dos cadenas: la idea de que la vida tiene que ser justa, y la idea de que la felicidad depende del otro – y en sagrado estado de matrimonio, además.

Y esto no es sólo para las mujeres – los hombres están tan encadenados y tan constrñidos por estas muletas mentales como nosotras. Se matan manteniendo a su mujer para tener la cama caliente y la camisa planchada - ¿No sería mas fácil aprender a planchar y comprarse una cobija eléctrica? Digo, no es como si después de trabajar como burros, con todo ese estrés que les causa gastritis y ataques al corazón (porque la chamba es bien injusta – al Martinez ya le subieron el sueldo, nomás por ser compa del patrón, y uno aqui rompiendose el lomo por años, pa que ni siquiera me den completas mis vacaciones), todavía llegaran a su casa con ganas de coger (perdón de hacer el amor) con aquella que les comparte la almohada.

¿O no?