Friday, November 07, 2008

Ciudad de ilusión

Long time no see…


Empiezo a creer que soy la reencarnación del judío errante – versión mexicana.


Ahora vivo en Los Cabos. Hasta hace unos meses aun radicaba en Querétaro, anhelando regresar a La Paz… a la que regresé, para recordar, demasiado tarde, que en La Paz no hay chamba. Así que vine a Cabo San Lucas, persiguiendo una ilusión: la ilusión de tener una buena chamba y un mejor ingreso. Sabe dios cuanta gente ha llegado aquí con la misma ilusión. Igual que yo, muchos seguramente viven en un cuarto de tres por tres… Otros viven en los arroyos, en asentamientos irregulares que son desalojados – en teoría, al menos – cada vez que llueve. Y es que Los Cabos, como otras ciudades turísticas que conozco, es una ciudad de apariencias, porque verse bien para el turista es lo más importante, lo único que cuenta. Y al igual que Cancún, la fachada, es decir, la zona turística, es bonita (…), pero el resto… Las calles son brechas de arena que se vuelven impracticables después de la lluvia. Las mas frecuentadas – o donde hay empresas importantes- son arregladas por maquinaria que las vuelve a alisar, mas o menos, cada tanto tiempo. Las otras, pueden permanecer impasables por dios sabe cuanto tiempo… El polvo es omnipresente. La gente es grosera, y manejan como salvajes. Curiosamente de los más cafres son los chóferes de los transportes turísticos… Debe ser que los turistas TIENEN que llegar a tiempo… aunque sea en pedazos. El otro día oía en el radio que hay alrededor de 500 muertos al año en accidentes automovilísticos en la zona de Los Cabos (Cabo San Lucas, San José y aledaños). Y la persona que decía esto era… un promotor de la cultura de la donación de órganos. Es decir, si usted va a manejar como bestia, para terminar matándose en cualquier esquina, no sea mala onda, mínimo déjenos sus riñones o su hígado, alguna cosita por ahí que no haya salido muy dañada en el choque…


Seguido me acuerdo de ese dicho, que si México no existiera Kafka lo habría inventado.


Pero dudo que se hubiera mudado para acá.


Y hablando del radio, en el noticiero local, inician siempre recordándonos que se puede escuchar esta estación en todo el mundo a través de su página de Internet. Y proceden a decir “si usted no ha visitado Los Cabos, venga, no se lo pierda, de verdad que vivimos en un paraíso, no sabe lo que se pierde”. Cada que oigo eso se me retuerce el estomago.

¡Vaya paraíso! Aquí anuncian en el radio –diez veces por hora- que hay que tratar bien al turista ¿y a los residentes qué? La gente local echa la culpa a los de fuera. Alguien que conozco de por aquí dice que los de guerrero “son muy dañosos…”. Yo pienso que la cosa esta así: los locales resienten a los que llegan de fuera y agarran chamba (porque tienen mejor educación, saben inglés, etc.) así que en cuanto te oyen acento de fuera, o ven que las placas de tu carro son de fuera, te tratan con los pies. Y el que llega de fuera pronto aprende que si se detiene en el alto, el de atrás le mienta la madre, a gritos, por la ventana del coche. Que si se estaciona respetando los lugares del estacionamiento en la tienda, llega otro que se estaciona a un lado y abre la puerta de trancazo dejándole toda la pintura del coche rayada. Que si espera su turno, algún otro se mete y dice que ya estaba antes pero que había ido al baño… Que si suelta su carrito de la compra, alguien se lo lleva, dejando sus cosas tiradas por ahí (las que ya habían sido seleccionadas y estaban en el carrito). Y entonces, ¿qué pasa? Pues que uno se adapta. Y empiezas a brincarte el alto, a no ceder el paso a los peatones, a estacionarte chueco ocupando dos lugares pa’ que no te rayen tu coche, a brincarte la fila, a ser mas gandalla que el de enfrente, antes de que él lo sea contigo. Dejas de poner tus direccionales porque si el de atrás se da cuenta que vas a dar vuelta, se adelanta y se te cierra.


Y el resultado final es que la vida en esta ciudad es fea. Ni ganas dan de salir. Amen de que para salir ocupas una lana porque todo esta carísimo. Empezando por la renta. Aquí no rentan casas ni departamentos. Rentan cuartos. Si, cuartos, de tres por tres (a lo mucho de cinco por cinco) que tienen un baño (sin puerta) en una esquina, y un zinc mas o menos adaptado a estar en la otra esquina funcionando como cocina; y una ventana. Y ya. Están hechos de puro concreto y se calientan como hornos bajo el sol del verano. Y por supuesto ni chanza de dejar la ventan abierta cuando no estas porque:


a) no tienen protecciones;

b) tampoco tienen mosquitera (en una zona donde hay mosquito del dengue!);

c) si no se meten a robar, te pintarrajean todo. El graffiti por aquí es casi como ponerse chones pa’ salir… todo esta pintarrajeado. La pared del fondo del patio de donde yo rento, esa pared que solo se ve si te metas mas atrás de la bolsas de basura que siempre deja el vecino, atrás, atrás, donde no da ni la luz del sol, ahí, esta pintarrajeada.


Pero volvamos a los “cuartos”. Por todos partes hay letreros de cuartos en renta. Los más baratos, con piso de cemento y de tres por tres, cuestan $1500 a la semana. De ahí para arriba. Y no solo hay un montón, ¡construyen mas! A un lado donde vivo, en un espacio que apenas daría para una casita de esas de interés social, a construyeron, en dos meses, cuatro cuartos minúsculos, que empezarán a rentar, seguramente, en cuanto hayan puesto marcos en los huecos para las ventanas y puertas. Media cuadra mas arriba también construyeron un edificio de dos pisos, que arriba tiene cuartos y abajo locales para negocio. Mero enfrente de una escuela que tiene kinder, primaria y secundaria. No quiero explicarle a nadie lo difícil que es estacionarse… Y constantemente me despierta el dulce canto de las alarmas de automóvil pues enfrente de los dep… cuartos, en el patio de su casa, un emprendedor cabeño instaló una especie de taller mecánico, donde siempre hay carros que al parecer, sufren fallas en su alarma, porque no hay día que no se disparen. Aquí todo mundo cree que la banqueta es suya, y no te dejan ni poner tu bolsa de basura. Bueno, puedes hacerlo, siempre y cuando nadie te vea. Porque eso si, ya que la bolsa esta ahí, no es de nadie, y los perros y gatos callejeros o cuasi callejeros (que abundan), son libres de abrirla, desparramar su contenido, elegir lo que sea de su preferencia, y dejar el resto disperso por toda la banqueta. La culpa siempre es del otro, así que nadie limpia, ni cuando tienes que ir brincando las gordas larvas de mosca que se retuercen en la arena bajo el asalto de las hormigas negras, rojas y pintas que andan por ahí ganándose la vida.


Porque he de explicar que la diversidad de insectos es sorprendente. Un día que se descompuso mi carro y por una historia larga de explicar pasé la noche entera sosteniendo una lámpara improvisada con un foco de esos ahorradores, me impresionó el hecho de que cada vez que quitaba los insectos de la lámpara eran diferentes. Vi al menos dos tipos de escarabajo gigante, unas 15 polillas distintas, unas seis especies de saltamontes, dos o tres grillos y unas dos docenas de cosas con seis patas – o sea que califican como insectos – a los que ni siquiera les puedo poner nombre.


Lamentablemente los mosquitos que transmiten el dengue están en la lista. Considerando esto, me sorprende que las ventanas no tengan mosquitera. Rara es la casa que tiene mosquitera en las ventanas. ¿Por qué? Misterio. Un misterio más. Otra cosa, para mi incomprensible, es que no hay malecón ni mala calle (de tierra aunque sea) que pase por malecón. Una ciudad costera turística sin malecón. ¿Cómo puede ser esto? Y es que todos los terrenos frente al mar, aun en plena ciudad, son propiedad privada. Y quiero decir TODOS. El otro día quisimos ir a sacar fotos del mar así como a distancia (paisajística), y no se pudo. No hay donde. No te puedes ni subir al cerro a sacar fotos desde arriba, porque el cerro también es propiedad privada, y hay guardias.

So much for paradise.

Posdata: tuve que interrumpir la redacción de este texto porque se fue la luz. Como dependo de una hornilla eléctrica para preparar mis sagrados alimentos, me he visto obligada a mascar unas galletas para callar los gruñidos de mi estómago, mientras pienso que justo esta mañana decía en el radio, un representante de la CFE, que dicha institución se anticipa en cinco años a las necesidades de la población, por lo que los requerimientos de energía eléctrica de Los Cabos están cubiertos por los próximos diez años… Pa’ creerle a los servidores públicos del paraíso.

No todo es malo. Hay, hummm, pues, otros chilangos perdidos en este infierno, que en cuanto se enteran de que uno también es chilango, son muy buena onda.

Deberíamos exportar más chilangos. Se vuelven más humanos cuando los sacas de la ciudad.

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