Monday, March 26, 2007

¿Quién somos?

¿Quién soy? Es como la pregunta filosófica de los (devaluados) sesenta y cuatro mil.

Un yogi o equivalente que visitó una clase de yoga que solía tomar, mil años ha, comentó que generalmente contestamos a esa pregunta diciendo –“Soy Fulanita de Tal” o solo “Soy Fulanita” (ignorando las otras doscientas mil fulanitas que viven en la misma ciudad)-. Pero en realidad, esa no es la respuesta, pues Fulanita solo es tu nombre, no tú. O como dice Mecano, “una rosa es una rosa, es una rosa, es” aunque la llames geranio.

O a veces respondemos –“Soy bióloga” o “soy cartero” o “el jardinero de Fulano”. Pero eso es nuestra profesión, oficio, u ocupación. No somos en lo que trabajamos (a Dios gracias, sino, ¿qué seria de los desempleados?).

También, una respuesta común a “¿quién es esa?” suele ser “la novia de…” o, peor aun “la mujer de…” (bueno, al menos a mi se me hace peor porque implica, desde mi muy personal punto de vista, posesión: es su mujer. O sea, ya la pago y es suya. ¡Ugh!).

Y, lo que me puso a pensar en todo esto, es cuando tienes niños en la escuela, y dejas de ser “Fulana” o “la señora de…” para convertirte en “la mamá de (nombre del niñ@ aquí). Es una pérdida total de identidad: eres una mas de la masa amorfa de mamás de… que necesita ser informada del cambio en la hora de la salida, o que debe traer X o Y para el festival de primavera, o que tiene que asistir a una junta o firmar un aviso (cuando el niño es nuevo en la escuela y los maestros no se saben su nombre todavía, entonces eres “eh, yujuu, señora, ¡señora!”).

Ojo: estoy hablando de pérdida de identidad. No implica dejar de ser quien eres. ¿Cuál es entonces la respuesta correcta? ¿Quién soy? Más allá de mi chamba, estudios, relaciones familiares o de trabajo ¿Quién soy?

Yo soy yo. Como la rosa. No hay palabras que me definan. Las interrelaciones que te unen al mundo te dan un lugar y un espacio, una serie de afectos y desafectos, de motivos y de desilusiones, e indudablemente te moldean en mayor o menor grado, pero no son tú. Creo que esa pregunta no tiene respuesta en ningún lenguaje hablado o escrito. Quien soy yo es mas bien como un indescriptible sentimiento de pertenencia. A uno mismo. Yo soy y estoy y no es posible separar el ser del estar, porque si soy es porque estoy, aquí en mi misma, y en inevitable contacto con todo lo demás, y todos los otros. Y cuando el mundo se te cae encima, la fuerza para resistir no proviene de ningún lugar o persona externo. De algún modo debe brotar de ese núcleo, de ese santuario sagrado que eres tú y solo tú, de esa certeza mayor de que tú eres y estás, y de que seguirás siendo y estando. Aunque a veces la fuente parece seca y quisiera uno exprimirle unas cuantas gotas más. Quizá (y no lo aseguro), quizá la mejor manera de lograrlo, es poner tus problemas un poquito a un lado y ser tú, irresponsablemente tú, por un rato, ignorando todas esas otras uniones y relaciones con el resto del mundo. O al menos algunas.

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